MANU CHAU

El músico vasco-francés Manu Chao llegó a la patagonia para presentar su último material discográfico en el que lo acompaña el excelente plantel de músicos de Radio Bemba.
El espectáculo fue parte del Tómbola Tour y pisó fuerte en el Estadio Ruca Che de Neuquén.
Fueron casi 7 mil personas las que dijeron presente en una noche que prometía satisfacer incluso al oído más exigente.

Aunque el comienzo estaba previsto para las 21, recién una hora después, la silueta del ex mano negra pudo divisarse sobre las tablas.
La espera, definitivamente valió la pena.
Después de una entrada complicada por la gran afluencia de público, el aire dentro del estadio cerrado más imponente del Valle ya daba indicios de una noche que quedará guardada en las retinas.
Un extasiado Manu Chao manejó los ritmos durante 3 horas, recorriendo casi la totalidad de las canciones incluidas en el último álbum doble.
La gente, contagiada de adrenalina, bailó, suspiró, miró al techo y volvió a bailar.
El acompañamiento fue total.
En algunos intervalos, la velada tomó ribetes cargados de problemáticas sociales.
Así, fue como pudieron hacerse oír representantes de la ex fabrica Zanon, reclamos frente a la instalación de mineras en el territorio argentino, reivindicaciones de la comunidad mapuche y otros pedidos que el público acompaño con aplausos.
Después de un largo trecho, el espectáculo amago con terminar e incluso los músicos dejaron el escenario más de una vez.
Cada uno de los retornos fue con más fuerza, para que el espectador tome conciencia de su presencia en uno de los mejores eventos que recibió la patagonia en el último tiempo.
La despedida tuvo poco de tristeza, y empezó a flotar la sensación de que Manu nunca se iría, que sus acordes sonarían hasta la eternidad.
Sin embargo, Manu dijo CHAU. Con las remeras mojadas y las piernas cansadas, las almas abandonaron el Ruca Che, para salir, todavía tarareando, de esa atmósfera que logró cautivarlos durante 180 minutos.
Caminando, y despejando el ahora solitario estadio Ruca Che, miraron al piso, creyéndole al francés su prometido retorno.